2. El Cumplimiento de la promesa

a) PENTECOSTÉS

Fuente: http://www.es.josemariaescriva.info/image/pentecoste500.jpg

Pentecostés


Es común escuchar en la iglesia que se habla de Pentecostés o de la venida del Espíritu Santo, pero ¿Qué es Pentecostés? Del latín. Pentecoste, y este del griego. πεντηκοστή, t. f. de -τός, quincuagésimo.

1. m. Fiesta de los judíos instituida en memoria de la ley que Dios les dio en el monte Sinaí, que se celebraba 50 días después de la Pascua del Cordero.

2. m. Festividad de la Venida del Espíritu Santo que celebra la Iglesia el domingo, quincuagésimo día que sigue al de Pascua de Resurrección, contando ambos, y fluctúa entre el 10 de mayo y el 13 de junio[1].

La fiesta de Pentecostés

Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (penta = cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.

En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).[2].

Esta fiesta tiene su raíz en el Antiguo Testamento “era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.”[3].

Por ser una de las fiestas más importantes del año, durante mucho tiempo fue conocida como “Segunda Pascua”; en la actualidad es reconocida como la máxima solemnidad después de la festividad pascual, sin embargo, no es la similitud o comparación entre ellas la que destaca, más bien, se busca formar una unidad, en donde Pentecostés concluye la cincuentena pascual, culminando con ella la festividad.

Puede decirse entonces que Pentecostés, “no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.”[4].

Veamos el texto que nos narra el acontecimiento de Pentecostés: Hechos de los apóstoles 2,1 - 8.

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violente ráfaga de viento, que llenó toda la casa  donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.

Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, ligados de todas las naciones que hay bajo el cielo. Y entre el gentío que acudió al oír aquel ruido, cada uno los oía hablar en su propia lengua. Todos quedaron muy desconcertados y se decían, llenos de estupor y admiración: “Pero éstos ¿no son todos galileos? ¡Y miren cómo hablan! Cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa. Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma, unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias, cretenses y árabes. Y todos les oímos hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios.”
Todos estaban asombrados y perplejos, y se preguntaban unos a otros qué querría significar todo aquello. Pero algunos se reían y decían: “¡Están borrachos!”

Después de la Ascensión de Jesús, el día de Pentecostés, se encontraban reunidos los apóstoles con María la Madre de Jesús. Por las condiciones del momento, tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos (Hechos de los apóstoles 2, 1-12). Como los apóstoles comenzaron a hablar en lenguas extranjeras y todos entendían lo que decían, se formó un alboroto, y la muchedumbre estaba perpleja; Pedro tomó la palabra y aclaro a la multitud lo que estaba sucediendo, para ello se auxilió de lo dicho por el profeta Joel, en donde se afirma que “Dios derramará su espíritu sobre sus siervos” (Hech 2, 14-18).

Por tanto, es bueno tener presente que la fiesta de Pentecostés, “es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo”[5].

¿Quién es el Espíritu Santo?

“El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una Tercera Persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.”[6].

Jesús ya había anunciado a sus discípulos la venida del espíritu santo  “Mi Padre os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan 14, 16-17); también les explicó que con los dones del Espíritu ellos podrían entender todo lo que él les había enseñado (San Juan 14, 25-26); y además, hace referencia a que se puede conocer la verdad completa solo con la iluminación del Espíritu Santo (San Juan 16, 7-14).

El Espíritu Santo ha recibido varios nombres a lo largo del nuevo Testamento: el Espíritu de verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el Santificador. Existen algunos símbolos que representan al Espíritu Santo: el viento, el fuego, la paloma. “Estos símbolos nos revelan los poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una fuerza invisible pero real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un elemento que limpia. Por ejemplo, se hierve el agua potable a fuego para que se purifique y sea consumible. En los laboratorios médicos para purificar a los instrumentos se les prende fuego”[7].

¿Cómo se recibe el Espíritu Santo?

El espíritu santo se recibe en el bautismo (1 Corintios 11, 13), y se plenifica en la confirmación, el mismo Jesús lo dice: cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo  (hechos 1, 8); sin embargo, con solo el bautismo no era suficiente, se necesitaba de la confirmación (Hechos de los apóstoles 8, 14), (CEC 1303) los apóstoles comunicaban el Espíritu Santo mediante la imposición de manos. Este sacramento se llama confirmación porque confirma y refuerza la gracia recibida en el Bautismo. “Para expresar mejor el don del Espíritu se le añadió pronto una unción de aceite perfumado, llamado crisma. En  efecto, mediante la confirmación, los cristianos, consagrados con la unción en el bautismo, participan en la plenitud del Espíritu, para  que toda su vida difunda el perfume de Cristo”[8] (2 Co 2, 15).Luego el cristiano debe hacer crecer el germen recibido.

“Desde el día de Pentecostés, la Iglesia ha celebrado y administrado el bautismo. El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta como ese día san Pedro anuncio a Jesucristo resucitado y al final de su discurso dijo a los miles de judíos que le escuchaban”[9]: convertíos y que cada uno se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hc 2, 38) “uno de los efectos del sacramento del bautismo es que otorga las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. El bautizado queda marcado con el sello (carácter) indeleble de Cristo”[10].


Los siete dones del Espíritu Santo. 


 Fuente: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKm-m0olaGUqMNbV5o5bb-bXHZypm-0cIBbtXRqi_Ue3ke1ECQem1Coh3OHexurwiAK_mG493zMNZquIe3xSZfDwwJHK1BEEijkbm0FTGJtgC7BRhqbSSrC2ZI0UuJnPPZk1V1z7Es4_tA/s1600/dones_espiritu_santo.jpg

Los siete dones

Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.[11] (CEC 1831) (Isaías 11, 2)

SABIDURÍA:

Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.

ENTENDIMIENTO:

Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el porqué de las cosas que nos manda Dios.

CIENCIA:

Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.

CONSEJO:

Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.

FORTALEZA:

Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.

PIEDAD:

Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.

TEMOR DE DIOS:

Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él.

Estos dones engloban a todos los demás, pero en realidad son muchos los dones que brinda el Espíritu Santo (1 Corintios 12, 4 en adelante),  porque no se puede limitar la gracia del Espíritu.

Frutos del Espíritu Santo. 

Fuente: http://image.slidesharecdn.com/losfrutosdelespritusanto1-100613101013-phpapp02/95/los-frutos-del-espritu-santo-1-2-728.jpg?cb=1276423871

Los frutos del Espíritu[12], “son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna” (CEC 1832). Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad" (Gál 5,22-23, vulg.)

CARIDAD:
El mas grande de los dones y a la vez presentado como un fruto, lo único que permanecerá después de todo. Cuanto amor no necesitanos en nuestras vidas, en el radica el sentido de la vida humana.


GOZO O ALEGRÍA:

Recordemos que de hecho es uno de los primeros frutos que se dan en las personas cuando dan oportunidad al Espíritu Santo de obrar en ellos. La alegría que se nota en las celebraciones litúrgicas pero que también se debe notar en la vida diaria. Cuantas personas viven tristes, amargadas, necesitadas de este fruto de la alergia.

PAZ:


La paz que proviene de Dios, aquella que no es ausencia de guerra sino un sentimiento de bienestar y tranquilidad jamás experimentado. “le doy mi paz, no como la del mundo” lo afirma Jesús. Para todos los que vivimos estresados sin tranquilidad
pidamos este fruto.


PACIENCIA:

Es propio de la virtud de la paciencia moderar los excesos de la tristeza. La paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza. Así los mártires se regocijaban con la noticia de las persecuciones y a la vista de los suplicios. 
Cuantas veces nos gana el coraje, la ira y la desesperación en el trabajo, aun con nuestros seres queridos. Si que hay necesidad de este fruto. 

LONGANIMIDAD:

La longanimidad o perseverancia nos ayudan a mantenernos fieles al Señor a largo plazo. Impide el aburrimiento y la pena que provienen del deseo del bien que se espera, o de la lentitud y duración del bien que se hace, o del mal que se sufre y no de la grandeza de la cosa misma o de las demás circunstancias. 
La longanimidad hace, por ejemplo, que al final de un año consagrado a la virtud seamos más fervorosos que al principio. Además este fruto nos impulsa de ayudar a los demás con todo lo que tenemos y lo que somos, darse hasta el extremo. 

BONDAD:

La bondad es la inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene. Unos de los atributos esenciales de Dios es su bondad, nosotros al ser imagen y semejanza de El, poseemos esta de alguna manera. Más, siempre es conveniente pedir que se desarrolle dentro de nosotros este fruto.

BENIGNIDAD:

No tenemos en nuestro idioma la palabra que exprese propiamente el significado de benígnitas. La palabra benignidad se usa únicamente para significar dulzura y esta clase de dulzura consiste en tratar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la dificultad que sienten los que tienen la benignidad sólo en calidad de virtud y no como fruto del Espíritu Santo. 

MANSEDUMBRE:

Ser manso, bien entendido, esta palabra latina “manutesco” se refiere al don de dejarse guiar, llevar, conducir por la mano de Dios. Cuántas veces no nos hemos dejado guiar por su mano bondadosa y y hemos fracasado. Pidamos este fruto sobretodo aquellos que hemos proclamado a Jesús como Señor de nuestras vidas. 
Cuando la paz está bien asentada en el corazón, no le cuesta a la mansedumbre reprimir los movimientos de cólera; el alma sigue en la misma postura, sin perder nunca su tranquilidad. Porque al tomar el Espíritu Santo posesión de todas sus facultades y residir en ellas, aleja la tristeza o no permite que le haga impresión. 

FIDELIDAD:

A como necesitamos este fruto no solo en las parejas sino en cada persona, la fidelidad consiste en decir sí cuando en sí y llevarlos acabo y decir no cuando es no y sostenerlo. La puntualidad que tanto nos falla. .

MODESTIA:


La modestia regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras. Como fruto del Espíritu Santo, todo esto lo hace sin trabajo y como naturalmente, y además dispone todos los movimientos interiores del alma, como en la presencia de Dios.

Nuestro espíritu, ligero e inquieto, está siempre revoloteando par todos lados, apegándose a toda clase de objetos y charlando sin cesar. La modestia lo detiene, lo modera y deja al alma en una profunda paz, que la dispone para ser la mansión y el reino de Dios: el don de presencia de Dios. Sigue rápidamente al fruto de modestia, y ésta es, respecto a aquélla, lo que era el rocío respecto al maná. La presencia de Dios es una gran luz que hace al alma verse delante de Dios y darse cuenta de todos sus movimientos interiores y de todo lo que pasa en ella con más claridad que vemos los colores a la luz del mediodía. La modestia nos es completamente necesaria, porque la inmodestia, que en sí parece poca cosa, no obstante es muy considerable en sus consecuencias. 

CONTINENCIA, TEMPLANZA O CASTIDAD:

La castidad regula o cercena el uso de los placeres de la carne. La castidad junto con la templanza desprenden de tal manera al alma del amor a su cuerpo, que ya casi no siente tentaciones y si siente las supera.

Carismas del Espíritu Santo. 

Los carismas son para la edificación de la Iglesia. Por carismas queremos entender aquí, toda manifestación de poder del Espíritu que actúa en y a través del creyente, para ayudar y edificar a los demás. Son las herramientas que nos da el Señor para trabajar en su viña, la Primera Carta a los Corintios nos habla de nueve carismas que son: Sabiduría, ciencia, fe, curaciones, milagros, profecías, discernimiento, lenguas e interpretación de lenguas, sin embargo hay que afirmar que hay tantos y tan variados como la Iglesia los necesite.

La finalidad e importancia de los carismas, radica en que son un regalo del Espíritu Santo y tienen una función muy importante en la Iglesia, si su ejercicio está animado por la caridad (amor), constituirán una presencia amorosa que santifica y anima constantemente a su Iglesia. Por eso en la línea del amor, los carismas o se ponen al servicio generoso y desinteresado de la comunidad o se pierden o incluso se puede dudar de su existencia en una persona concreta. El amor es en cierto sentido la vara que mide su autenticidad, sin embargo siempre debe de haber un discernimiento profundo de estos.


[1] Diccionario de la lengua española – vigésima segunda edición http://lema.rae.es/drae/?val=pentecostes
[2] Cáceres Contreras, E. (s.f.) Pentecostés. http://www.iglesia.cl/especiales/pentecostes2013/pentecostes.html
[3] Cáceres Contreras, E. (s.f.) ¿Qué es Pentecostés? Instituto de Catequesis, Iglesia de Chile para la Biblioteca Católica Digital. Extraído el 4 de septiembre, 2013 de la página: http://mercaba.org/FICHAS/Chile/que_es_pentecostes.htm
[4] Cáceres Contreras, E. (s.f.) ¿Qué es Pentecostés? Instituto de Catequesis, Iglesia de Chile para la Biblioteca Católica Digital. Extraído el 4 de septiembre, 2013 de la página: http://mercaba.org/FICHAS/Chile/que_es_pentecostes.htm
[5] Cáceres Contreras, E. (s.f.) ¿Qué es Pentecostés? Instituto de Catequesis, Iglesia de Chile para la Biblioteca Católica Digital. Extraído el 4 de septiembre, 2013 de la página: http://mercaba.org/FICHAS/Chile/que_es_pentecostes.htm
[6] Catolic.net (2013) Especial de Pentecostés. http://es.catholic.net/celebraciones/120/301/articulo.php?id=1270
[8] Catolic.net (2013) Especial de Pentecostés. http://es.catholic.net/celebraciones/120/301/articulo.php?id=1270
[8] De la Herrán, P., Martínez, J., Fernández, A., y  Azcáreate, J. (2007) Nueva evangelización, Iglesia y sacramentos 2.Editorial Casals. S. A. Barcelona, p. 55
[9] De la Herrán, P., Martínez, J., Fernández, A., y  Azcáreate, J. (2007) Nueva evangelización, Iglesia y sacramentos 2.Editorial Casals. S. A. Barcelona, p. 51.
[10] De la Herrán, P., Martínez, J., Fernández, A., y  Azcáreate, J. (2007) Nueva evangelización, Iglesia y sacramentos 2.Editorial Casals. S. A. Barcelona, p. 51.
[11] Catolic.net (2013) Especial de Pentecostés. http://es.catholic.net/celebraciones/120/301/articulo.php?id=1270
[12] Las  Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. (1997) Dones y Frutos del Espíritu Santo. http://www.corazones.org/espiritualidad/espiritu_santo/dones_espiritu.htm

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b) La Iglesia.



 Fuente: http://www.portalmisionero.com/salta/catequesismisionera02.gif

Es común hablar de la Iglesia, pero, se sabe realmente ¿Cuál es el significado de Iglesia?, ¿Quién fundó la Iglesia?, y si ¿se debe hablar de una o de varias iglesias?

Para hablar de la Iglesia es necesario comenzar con la definición[1]:
Iglesia: 

Del latin ecclesĭa, y este del griego. ἐκκλησία, asamblea.

1. f. Congregación de los fieles cristianos en virtud del bautismo.
2. f. Conjunto del clero y pueblo de un país donde el cristianismo tiene adeptos.
3. Congregación de los fieles cristianos regida por el Papa como vicario de Cristo en la Tierra.

La Iglesia es fundada por Cristo. 

Jesús es Dios y como tal conoce a perfección a la humanidad, y conociendo las limitantes humanas establece la solución a los problemas que posteriormente puedan surgir instituyendo la Iglesia. “Sin la Iglesia, el Evangelio sería como cualquier libro o como una plastilina en donde cada quien modelaría su propio cristianismo, el que quisiera, como más le convenga o le guste, haciendo a un lado aquello que le desagrada y exige.”[2].

No se debe olvidar que Iglesia también “viene del hebreo quahal, que significa “asamblea de los convocados” o "comunidad convocada".[3] Esta convocatoria no nace de la iniciativa humana, “nace por decisión de Dios que envió a su hijo al mundo para darnos la salvación y hacernos sus hijos en la Iglesia. A lo largo de los siglos Dios fue preparando su iglesia, desde el antiguo pueblo de Israel hasta el nuevo pueblo de Dios fundado por Jesucristo sobre sus apóstoles.”[4]
Entonces, es el mismo Cristo quien convoca la Iglesia, invitando a que seamos una sola Iglesia. (Jn 17, 20), San Pablo también describe a la Iglesia como una sola, la fundada por Cristo (Carta a los Efesios 4,4).

Etapas de la fundación de la Iglesia. 
  1. Jesús comienza a predicar el Evangelio. Algunos aceptan sus palabras y se hacen discípulos suyos. (Mt 4, 17-20) (CIC 763-764)
  2. Jesús elige a doce de esos discípulos. Para que estuvieran con Él y enviarlos a predicar (Mc 3, 14-16), estos recibirán poderes especiales (Mt 18, 18) y serán enviados con una misión (Mt 28, 18-20) (CEC 765)
  3. Jesús escoge a Pedro como cabeza de los Apóstoles y pastor de toda la Iglesia. (Jn 21, 15-17)
  4. Jesús instituye la Eucaristía. Dando a los apóstoles poderes sacerdotales sobre ella (Lc 22, 19; Cor 11, 24-25); también les da el poder de perdonar pecados (Jn 20, 23)
  5. Con su muerte en la cruz y con su Resurrección realiza la redención, quedándose con su iglesia para siempre (Mt 28, 20)
  6. Con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés la Iglesia se manifiesta públicamente e inicia su expansión.  (Hc 2, 1 en adelante) (CEC 767).

Los símbolos de la Iglesia.

Existen una serie de símbolos o imágenes de la iglesia (CEC 753-757), los más fuertes son: Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios, Comunión y Templo del Espíritu.
  • Cuerpo místico de Cristo: San Pablo compara a la Iglesia con el cuerpo de Jesús (Rm 12, 3-6; Ef 4, 11-16), también dice que en este cuerpo ni un miembro puede prescindir de otro (1 Cor 12, 17) (CEC 790-795)
  • Pueblo de Dios: la Iglesia es el nuevo pueblo (1 P 2, 9-10)
  • Comunión: este término era utilizado con frecuencia en la Iglesia Primitiva (Hc 2, 42) (CEC 787). La comunión se vive en varias dimensiones[5]:
    • Comunión en la fe: todos los cristianos profesamos una misma fe.
    • Comunión en los Sacramentos: todos los cristianos celebramos los mismos Sacramentos.
    • Comunión jerárquica: todos obedecemos a unos mimos pastores (el Papa y los obispos), que representan a Cristo.
    • Comunión de los Santos: la Iglesia está formada por los cristianos que están en la Tierra, los que están en el Cielo, y los que están en el Purgatorio.
    • Comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo: con la esperanza de la unión definitiva en el Cielo.
  • Templo del Espíritu: El Espíritu es la fuente de las gracias y los carismas. La unión de la Iglesia y el Espiritu hace que los cristianos vivan en comunión con Cristo (1 Cor 3, 16-17; 2 Cor 6, 16; Ef 2, 21), (CEC 768), (CEC 797-801).

La Iglesia tiene una misión.

“Misión es un término que significa encargo. A quien se le confía una misión se le está haciendo un encargo, o sea, recibe instrucciones de parte de otro sobre una tarea a desarrollar. La misión supone, entonces, una encomienda, un depósito de confianza. Trasladando la definición, la Iglesia es la depositaria de la misión de Jesús.”[6]  La misión de Jesús fue confiada a la Iglesia y ella la confía a cada uno de sus miembros (CEC 849-856).

Jesús vino al mundo a cumplir con una misión específica, salvar a la humanidad (Jn. 3, 17), y la Iglesia continua la misma misión de Jesús (Jn 20, 21). Para este encargo se cumpla, el mismo Jesús da las indicaciones: bauticen y ensénenles lo que yo he mandado (Mt 28, 18-20) en la carta a Timoteo se menciona nuevamente el encargo hecho por Jesús (1Tim. 1, 11). “la Iglesia es portadora del Evangelio y propagadora del mismo, encargada de ser sacramento universal de salvación, de llegar a todas las gentes, depositaria de la noticia más buena de todas."[7] Además, es importante recordar que “la tarea misionera implica un dialogo respetuoso con los que todavía no aceptan el Evangelio”[8] (CEC 856).

La estructura de la Iglesia.

“Cristo al instituir a los Doce, formó una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él, así como por disposición del Señor, san Pedro y los demás apóstoles forman un único colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre si el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los apóstoles”[9]  (CEC 880). El Señor hizo de Pedro la piedra de su iglesia, le entregó las llaves de ella (Mt 16, 18-19), instituyéndolo pastor de todo el rebaño (Jn 21, 15-17) “este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa” (CEC 881) el Colegio Episcopal reconoce la autoridad del Papa como sucesor de Pedro (CEC 182).

En base a esto se ha establecido la jerarquía de la Iglesia. La palabra jerarquía viene de la voz griega jerós, que significa “poder sagrado”. Se puede decir entonces que la jerarquía en la Iglesia la forman la “aquellas personas que han recibido el sacramento del Orden, mediante el cual han ido investidas por Jesucristo de una especial autoridad sagrada con el fin de ensañar, santificar y guiar a los demás fieles cristianos.”[10] Esta jerarquía está formada por los ministros: obispos, presbíteros y diáconos. 


[1] Diccionario de la lengua española – vigésima segunda ediciónhttp://lema.rae.es/drae/?val=iglesia
[2] P. Clemente González. (2013) ¿Qué es la Iglesia? http://es.catholic.net/temacontrovertido/326/1593/articulo.php?id=836
[3] Hernán, P., y Fernández, A. ( ) (2007) Nueva evangelización, Teologia fundamental, 4.Editorial Casals. S. A. Barcelona, p. 130
[4] Hernán, P., y Fernández, A. ( ) (2007) Nueva evangelización, Teología fundamental, 4.Editorial Casals. S. A. Barcelona, p.130
[5] Hernán, P., y Fernández, A. ( ) (2007) Nueva evangelización, Teología fundamental, 4.Editorial Casals. S. A. Barcelona, p. 133
[6] Biolatto, L. (2013) La misión de la Iglesia. http://es.catholic.net/laicos/881/3059/articulo.php?id=38902
[7] Biolatto, L. (2013) La misión de la Iglesia. http://es.catholic.net/laicos/881/3059/articulo.php?id=38902
[8] Catecismo de la Iglesia Católica. Editorial San Pablo, Santa Fe de Bogotá, # 856, p. 303
[9] Catecismo de la Iglesia Católica. Editorial San Pablo, Santa Fe de Bogotá, # 880, p. 311
[10] Hernán, P., y Fernández, A. ( ) (2007) Nueva evangelización, Teología fundamental, 4.Editorial Casals. S. A. Barcelona, p 136




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